Para la sustitución de los neumáticos, pensamos sobre todo en el desgaste de la banda de rodadura o de las barras pero, muy pocas veces, en el hecho de que el neumático puede sufrir daños en otras partes que son igual de importantes. El talón del neumático forma parte de dichas partes, ya que desempeña un papel primordial, al ser el que garantiza el sellado del neumático con la llanta.
Aunque esta zona esté especialmente reforzada, al integrar aros metálicos de acero que aseguran la rigidez del talón, puede sufrir averías, en algunos casos, que pueden exigir que haya que sustituir el neumático, incluso cuando la banda de rodadura sigue estando relativamente nueva.
En algunos casos, el neumático puede resbalar sobre la llanta durante una tracción fuerte. Esta rotación provocará un calentamiento a nivel del talón, acelerará el desgaste de la goma de protección y, en situaciones extremas, conllevará el corte de los cordones de refuerzo de la carcasa y acabará desprendiendo el aro de acero del talón.
En cuanto el aro de acero se hace visible a nivel del talón, o si la rotura se hace justo por encima del aro de acero, los neumáticos estarán fuera de servicio y habrá que sustituirlos sistemáticamente, asegurándose de que el neumático se ajuste a la referencia de la llanta.
El montaje de un juego de neumáticos nuevos en una llanta muy vieja no siempre es una buena opción. En efecto, una llanta muy oxidada que, por ejemplo, se utiliza a menudo para inflar con agua, puede provocar corrosión a nivel del talón.
Atención, algunos modelos de talones sin protección en el reborde de la llanta, favorecen el almacenamiento de cuerpos extraños en la unión llanta/talón. De preferencia, habrá que evitar este tipo de neumático.
Si el talón está cortado, desgastado y muy dañado, hay un alto riesgo de pérdida repentina de presión, lo que generalmente provocará una avería más grave.
Cuando se observa una fisura entre el talón y el flanco, incluso muy pequeña, muchas veces ya es demasiado tarde. La separación se ha producido a nivel de la vuelta de los pliegues, justo por encima del refuerzo del talón.
Evidentemente, este tipo de avería es irreparable, en cambio a la hora de sustituir el neumático, será preferible elegir un neumático con mayor volumen de aire, de la serie 70 o de la serie 65 para aumentar la carga y, por supuesto, comprobar siempre las presiones.
El desmontaje y el montaje son momentos delicados que requieren estar acostumbrado a hacer este tipo de operaciones y un buen dominio del material de desmontaje y de montaje, ya sea de manera manual o con una máquina.
Si el talón se ha dañado, aplastado o pinzado durante el montaje manual o con una máquina, no hay que intentar circular con dicho neumático, ya que existe un riesgo real de reventón al aplicar la presión o al ponerse en circulación.
La rotura del aro del talón se produce principalmente cuando se aplica la presión en el momento del «golpe de ariete». Se trata del momento en el que la presión es suficiente en el interior del neumático como para empujar de golpe los talones a su posición final.
La presurización es un momento crítico, nunca deben superarse los 2,5 bares durante la colocación de los talones.
Si se llega a este nivel de presión y los talones no encajan, será mucho mejor desinflar y buscar la anomalía, en vez de destrozar un neumático nuevo o, peor aún, provocar un accidente grave debido a un reventón.
El presupuesto para un juego de neumáticos es elevado y sería una lástima tener que proceder a reemplazarlos antes de haber podido utilizarlos, sólo por ahorrarse dinero en el montaje.
Acudir a un profesional, que es su oficio y que proporciona una garantía por su trabajo, puede evitar muchos problemas, como un error en el tamaño o una alteración del talón durante el montaje, lo que te expone a un cambio de neumático de manera prematura, con todas las consecuencias económicas que esto conlleva.
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